Nací en el 86, con Diego a la cabeza. Y aunque uno no haya vivido los 80 (y mucho menos los 70 y 60), viví los 90 que todavía estaban empapados de ochentosidad, se vibraba. Y por haber vivido el fútbol sudamericano, hasta en los años 2000 todavía sobrevivían algunas cosas que hoy cuesta encontrar. El 86 es el límite natural de la historia del fútbol, donde brilló el caso más paradigmático del fútbol: AM y DM. Ese año pasó lo más mágico de aquél fútbol donde todavía, a pesar de todo, podía ganar el fútbol y no un sistema intrincado donde la individualidad, la esperanza en el jugador y en lo más puro del deporte, se desvanecen. Está Messi, que ya pertenece a este lado de la línea de tiempo, al DM, y que va a ser el mejor de todas las historias, pero que no será paradigmático en un sentido tan amplio. Gracias Diego, por esperar unos meses para romper por última vez en la historia este deporte.