El
fútbol en Asia es un fenómeno bastante reciente en términos
comparativos con otros continentes, y de hecho recién está
experimentando una de las últimas evoluciones, impulsada por su pujante
mercado y por su reciente afición masiva al deporte. Más allá de una
participación de Corea del Sur en 1954 y otra de la desaparecida Indias
Orientales en 1938, no se habían registrado participaciones asiáticas.
Hasta que en el Mundial de Inglaterra 1966, Corea del Norte empezó a
hacer ruido. Un país tan desconocido como misterioso, que formó grupo
con la Unión Sovética, Chile e Italia. Los coreanos debutaron con
derrota ante los rusos, uno de los rivales más fuertes del momento, pero
se recuperaron en la segunda jornada al empatar con Chile. Ese primer
gol en la -breve- historia de Corea del Norte en mundiales lo hizo Seung
Zin.
Pero el mojón histórico de los asiáticos, solo emulable al de sus hermanos del sur en 2002 (con ayuda formal), fue la victoria ante Italia por 1-0, que dejó a los italianos fuera del Mundial y humillados. El gol de Doo Ik le dio el pase a los norcoreanos a cuartos de final en Middlesbrough, llamando la atención de todo el planeta fútbol, que empezaba a reconocer en los asiáticos un equipo con importantes dotes físicas, que a diferencia de otros equipos orientales ya conocidos, parecía entender el deporte perfectamente. Por si fuera poco, el atrevimiento oriental iba a llegar al extremo cuando enfrentó a Portugal y le convirtió tres goles en 25 minutos (Jin, Kook, Woon) en la cancha de Everton. Los portugueses echaron mano de su estrella Eusebio, que convirtió 4 goles para remontar el partido que cerraría José Augusto para el 4-3. Allí terminó el camino de Corea del Norte, que quedaría marcado a fuego en la historia de los mundiales.
Pero el mojón histórico de los asiáticos, solo emulable al de sus hermanos del sur en 2002 (con ayuda formal), fue la victoria ante Italia por 1-0, que dejó a los italianos fuera del Mundial y humillados. El gol de Doo Ik le dio el pase a los norcoreanos a cuartos de final en Middlesbrough, llamando la atención de todo el planeta fútbol, que empezaba a reconocer en los asiáticos un equipo con importantes dotes físicas, que a diferencia de otros equipos orientales ya conocidos, parecía entender el deporte perfectamente. Por si fuera poco, el atrevimiento oriental iba a llegar al extremo cuando enfrentó a Portugal y le convirtió tres goles en 25 minutos (Jin, Kook, Woon) en la cancha de Everton. Los portugueses echaron mano de su estrella Eusebio, que convirtió 4 goles para remontar el partido que cerraría José Augusto para el 4-3. Allí terminó el camino de Corea del Norte, que quedaría marcado a fuego en la historia de los mundiales.