Los
años 90 marcaron un quiebre histórico para el Barcelona. No solo a
nivel internacional, sino especialmente a nivel local. El Real Madrid
venía de ganar cinco ligas consecutivas hasta que el dream team de
Cruyff irrumpió en La Liga para llevarse cuatro torneos consecutivos.
Ese cuarto y majestuoso año, cuando brilló Romario en los azulgranas, tuvo además la perlita de la victoria por 5-0 ante su tradicional rival. La manita fue
inolvidable para los catalanes que estaban en la cima del fútbol
mundial, solo superados por el Milan y el Sao Paulo de la época.
Apenas había empezado el partido aquel 8 de enero del 94, cuando Romario se inventó un dribling histórico ante la marca de Alkorta, que quedará en las retinas de todos los aficionados al fútbol, para luego definir con la clase que lo caracterizaba. La habilitación fue de un tal Josep Guardiola. El Barça empezaba a florearse, a jugar sin ataduras ante un Madrid que estaba perdido en el campo. La segunda parte comenzó con un tremendo zapatazo de Ronald Koeman, directo a la memoria reciente más grande de la historia del club, un dejavú de Londres y la primera Champions.
Zubizarreta salvó el descuento algunos minutos después, y a los pocos minutos en el otro arco Romario volvió a definir como si hubiera nacido haciéndolo tras jugada de Nadal. Los madrileños solo podían esperar no recibir más goles, y su ataques eran estériles, en una tarde floja de Zamorano y Luis Enrique. La entrada de Laudrup agravó las cosas para los merengues que sufrieron el hat-trick de Romario, de tarde consagratoria, y el cierre de goleada y manita con Iván, ambos goles con asistencias del danés.
