Los veteranos y los no tanto conocen de robos en Mundiales. Si los hay en todas las competiciones, ¿por qué no en la más importantes? Cuestiones de poder metidas en el deporte las hubo en toda la historia, y hoy Aventuras Mundiales te presenta algunas de ellas, destacadas por el infinito descaro y prepotencia.
El Mundial de Italia 1934 puede tomarse como un completo asalto a mano armada, pero la singulradidad de los cuartos de final entre los locales y España, le da el primer lugar de este cuarteto. El gol italiano fue convertido mientras el famoso portero español Zamora era sujetado por el capitán italiano Meazza, y los italianos lesionaron a 7 jugadores españoles en aquélla jornada, ante la pasividad del belga Baert. En el partido de desempate disputado al día siguiente, los lesionados fueron 5 y los goles lícitos anulados a la Roja 2. Rene Mercet, árbitro del segundo escándalo, fue expulsado por FIFA y la Federción Suiza. Nunca más dirigió. Lo ganó Mussolini.
La primer final desnaturalizada por el arbitraje fue la de 1966, disputada en Wembley entre Inglaterra y Alemania Occidental. Los ingleses habían remontado el gol de Haller y ganaban 2-1 cuando los teutones empataron a los 89 minutos y llevaron el partido al alargue. El clima del partido era incierto y Wembley transpiraba temor, y la jugada decisiva se sucedió a los 11 minutos del primer tiempo del alargue, cuando un remate de Hurst dio en el larguero para luego picar sobre la línea de gol. El árbitro convalidó el gol a instancias del línea, confirmando el despojo.
A Alemania le devolvieron un título por el que le sacaron en 1966, pero hasta el momento a Argentina no le devolvieron el hurtado en 1990. Cuando nadie lo vio venir, el bandido de Codesal, te cobró un penal inventado en la hora y de la manera más cruel, hizo lo que le pidieron. Maradona era demasiado mítico ya para permitirle ganarle a todo y todos dos veces.
Pero el mayor de los asaltos mundiales fue el ocurrido en la final de 1954, y no fue perpetrado por ningún árbitro. El Milagro de Berna resultó ser un insulto a la deportividad y a la honestidad, y por más que sea Alemania la que figure como campeona, la FIFA y la UEFA saben que es otro nombre el que tiene que estar ahí. El comprobado dopaje al que se sometieron los jugadores alemanes fue el que originó la reacción en el segundo tiempo ante un enorme equipo húngaro que tenía ventaja de dos goles, más de cuatro años invicto, la presea olímpica del 52 y el antecedente del 8-3 algunos días antes ante el mismo rival. El máximo despojo de la historia de los Mundiales. Vergüenza.