La historia del fútbol brasileño es muy rica, y en nuestro tiempo la canarinha es sinónimo de campeón. Actualmente la selección sudamericana es la que más torneos ganó, con 5 en su haber. Pero para que llegue el éxito, los brasileños tuvieron que transitar un camino inicial de derrotas, siendo la más significativa la de 1950 en su propio Mundial. La siguiente experiencia fallida en 1954, año en el que se cruzaron con la potente Hungría de Puskas, volvió a decepcionar a un fútbol en contante crecimiento pero con escasos títulos, opacados por los multicampeones continentales rioplatenses. Sin embargo, el quiebre sucedería en el siguiente Mundial: Suecia 1958.
Con grandes jugadores como Nilson Santos, Vavá, Didí, Garrincha, Zagalo y el jovensísimo Pelé, los sudaemricanos confiaban en su potencial. Tres rivales europeos para Brasil en el grupo 4, debutando contra Austria en Udevalla un 8 de junio, y goleando por 3-0 con goles de Nilton Santos y doblete del italiano Altafini. El empate a cero ante los ingleses en Gotemburgo fue un bien aprendizaje para Brasil que jugó con la misma intensidad ante todos los rivales, vencuendo en el tercer partido a la Unión Soviética por 2-0 con doblete de Vavá. Los dirigidos por Feola se posicionaron luego de la fase de grupos como uno de los candidatos a ganar el torneo.
Los cuartos de final deparaban el cruce contra la selección de Gales, por tercera vez consecutiva en Gotemburgo, y con el histórico debut de Pelé, que tenía 17 años por aquél entonces. La victoria por 1-0 con gol del mismo Edson Arantes do Nascimento, fue un impulso enorme para viajar a Solna, donde lo esperaba la difícil selección francesa de Just Fontaine, goleador del torneo. Pero Brasil nunva dejó si quiera un espacio para la duda. Lo arrasó. Vavá con un gol de los vestuarios, Fontaine para el empate tempranero y la ventaja con el gol de Didí para irse al descanso. En la segunda parte apareció la atracción del Mundial que plantó bandera definitivamente en el concierto del fútbol del mundo: tres goles de Pelé en apenas 23 minutos para golear a los galos y acariciar el techo del mundo. El descuento francés decoraría el resultado final: 5-2.
El local sería el rival brasileño en la final, nuevamente en el Estadio Rasunda de Solna. Los suecos venían de vencer a la Unión Soviética en cuartos y a Alemania en semifinales, pero a pesar de hacer un muy buen torneo y ser locales, el favorito era el scratch que había desplegado el mejor fútbol de la competición. Sin embargo, el gol tempranero de Liedholm ilusionó a los europeos que disfrutaron de algunos minutos de euforia hasta que Vavá, fiel a su costumbre, convirtió el empate. Nuevamente el goleador brasileño de Vasco da Gama marcaría para adelantar a los visitantes por 1-2, cuando transcurrían 32 minutos de juego. Ambos goles de Vavá fueron similares, tras desbordes del inmenso Garrincha y centro de la muerte. El silencio se apoderó de las 51.000 almas que esperaban una victoria escandinava. Varias jugadas de clase de los brasileños, técnicamente muy superiores, asombraron al público local que poco a poco iba perdiendo las esperanzas.
La segunda parte sería absolutamente consagratoria para el joven Pelé, y sería el primer gran éxito de tres, que pondrían a Brasil en la primera plana del fútbol mundial en la década del 60. A los 10 minutos, Pelé tomó el balón en el borde del área y con un sombrero de novela, dejó pagando a su marcador, definiendo de aire con el empeine. Golazo para el 1-3. El insuperable lobo Zagalo liquidaba el partido a los 23 minutos del complemento, luego de ganar un tranque en el área y definir por debajo del cuerpo de Svensson. Suecia siguió adelante y pudo descontar, pero Pelé iba a cerrar su tarde de lujo con el definitivo 2-5 en el minuto 90, ganando de cabeza entre los zagueros suecos. Brasil ganaba un torneo luego de la todavía latente derrota del 50, y de allí en más se colocaría como la más grande potencia sudamericana y Mundial en el siglo XX, con Pelé como abanderado y jugador más influyente en la historia del fútbol de su país.