Partido Histórico - Argentina 2-1 Inglaterra 1986

Pocos encuentros más recordados por estas latitudes que el partido histórico de esta semana. La selección argentina llegaba al choque de cuartos de final con mucha ilusión y confianza, aunque todos sabían que ése partido era todo, que lo que había pasado antes ya era lejano y poco relevante cuando enfrentaran a los ingleses en el Azteca. La selección inglesa tenía a Gary Lineker, uno de los pocos jugadores en los últimos 50 años que defendió a la selección y brilló. En aquélla ocasión la selección británica tenía más esperanza que en anteriores ocasiones, una espiral de la que todavía hoy es víctima. El condimento de la guera de las Malvinas podía ser una arma de doble filo dentro del campo de juego, muchas veces los aspectos extra futbolísticos significan un estímulo positivo en la configuración anímica de los equipos, pero en otras ocasiones son un bloqueo para la práctica del deporte, especialmente en la alta competencia.



Los albicelestes venían de derrotar a Uruguay en octavos de final, uno de sus clásicos rivales, lo que le inyectó al equipo una dosis extra de confianza. Inglaterra había tenido un comienzo irregular con derroa ante Portugal y empate con Marruecos, pero sus triunfos por 3-0 ante Polonia y Portugal cambiaron el clima y las expectativas. Los 5 goles de Lineker en esos dos choques lo catapultaron como figura del equipo. Argentina salió al campo con Pumpido, Cuciuffo, Brown, Ruggeri, Olarticoechea, Batista, Giusti, Burruchaga, Enrique, Valdano y Maradona. El calor del DF en verano, el desgaste del campeonato y la especulación hicieron que el primer tiempo fuera triste y aburrido, con el balón siempre lejos de los arcos, ante 115.000 espectadores que fueron a ver otra cosa, y la verían. Argentina controlaba más el balón, pero la cobertura de espacios de los ingleses hacían infructuosos los intentos del equipo de Bilardo. 


En la segunda parte ocurrieron en espacio de 3 minutos, dos de las jugadas más impactantes y épicas de la historia de esta competencia. Maradona convertía la apertura del marcador con la mano, tras ir a disputar una pelota con el arquero inglés Shilton en las alturas y poner el brazo para marcar la apertura, aprovchando el incomprensible error del árbitro tunecino Naceur. La mano de Dios vendría con un adjunto, conocido como "el mejor gol en la historia de los mundiales". Un desparramo bárbaro del 10, que gambeteó a mil ingleses antes de mandarla adentro, visto mil veces y guardado en lo profundo del corazón y la memoria. La genialidad hecha jugador de fútbol apareció aquélla calurosa tarde, en la que Lineker descontó faltando poco, y en la que el destino estaba escrito, en esa "revancha" de las Malvinas y en ese mito que los argentinos aún no pueden superar.

08/05/18